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No soy mi cuerpo, tampoco soy mi mente

La primera vez que escuché este mantra, me invadió un sentimiento de pánico. ¿Entonces quién soy? ¿Qué hay más allá? ¿Más allá del ruido de la mente, y de la cáscara del cuerpo?

Tuve la impresión de que se me quitaba la identidad. Que, si no me podía identificar con mi cuerpo ni con mi mente, ya no quedaba nada. Que, aunque a veces no me guste mucho ni mi cuerpo ni mi mente, sin ellos no soy nadie. De repente, le tuve un aprecio más grande. Solo que exista la posibilidad de no identificarse, de no apegarse tanto a como soy y como pienso, a distanciarme de esta persona y de verla desde fuera, me ha dado la posibilidad de darle compasión.

Ya era consciente de algunas de mis creencias que me limitan y que me hacen daño, y incluso que pueden hacer daño a las personas de mi entorno, como mi falta de autoestima, mi autocrítico exigente, mi necesidad de justificación y de perfección.

Pero esta consciencia realmente no me ayudaba a dejar estas creencias de lado. Seguían allí.

Empezar con la práctica de la meditación guiada y el trabajo consciente del cuerpo y de la mente me permite volver a empezar casi de cero. Volver al origen, como si aun no hubiera aprendido nada, hacer un re-set. Permitirme el lujo de ser principiante. De no tener que ser lo que siempre he sido. Es como empezar en un colegio nuevo, o un trabajo nuevo donde nadie te conoce. Puedes ser quien tu decides, porque nadie te tiene etiquetado. Está todo por venir.

No están solo las etiquetas que nos ponen los demás, también están las que nos ponemos a nosotros mismos. En mi práctica de la meditación he sentido alivio. Una liberación de la carga mental. Me ha permitido, aunque sea un momento, escapar del ruido de los hábitos. Quitarme las etiquetas. Salir del autopiloto y de la lista de tareas.

Dedicar un tiempo para mí misma, para mejorarme y sanar.

 

Cada día es el primer día del resto de mi vida. ¿Porque no cambiar el enfoque?

Como dice Pablo d’Ors, en Biografía del silencio: “Lo que mata el hombre es la rutina; lo que le salva es la creatividad, es decir, la capacidad para vislumbrar y rescatar la novedad. Si se mira bien – y eso es en lo que educa la meditación – todo es siempre nuevo y diferente”.

Incluso nosotros mismos.


Autora: Annelie Schoenmaker

Desde cuando practicas la meditación: Desde el 2020

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