Tengo un sueño. Y me gustaría compartirlo contigo.
El sueño empezó hace más de 12 años cuando me fui a un monasterio ZEN durante un mes. Estaba en un momento muy duro de mi vida. Tenía ansiedad, ataques de pánico y me faltaba la fé en ver lo que esta vida realmente tenía preparada. Me faltaba un sentido y un rumbo.
Esto cambió nada más al pasar la primera noche en este sitio tan extraño, donde te levantabas a las 3:30 de la mañana y durante horas no hacías otra cosa que meditar: estar sentada en un zafu (cojín de meditación), inmóvil y mirar la pared.
Esta situación de estar conmigo misma durante horas y horas, de no poder escapar de mi, de mis pensamientos, emociones, dolores (que me estaban matando), me transformó.
Me hizo ver otra forma de vivir. De vivir en libertad de lo que hasta ahora pensaba que era “yo”. Una vida mucho más rica y agradable. Una vida de paz y calma. De conexión y felicidad. Simple pero potente.
Sabía que en este momento esto era lo que tenía que devolver al mundo, sabía que había algo en la práctica que podía ayudar a miles de personas a volver a “centrarse” a encontrarse y recuperar o a encontrar la fé en la vida.
Pronto, después de salir del monasterio, empecé a hacer las primeras quedadas con amigos para “enseñar la meditación”.
Ahí es donde me di cuenta de los innumerables obstáculos que puede tener esta práctica. De limitaciones físicas (problemas de rodillas, espalda, …) a falta de motivación y concentración.
Busqué otras formas de acercar la práctica a mi entorno. Encontré meditaciones más dinámicas y ejercicios de respiración que ayudan a conectar cuerpo y mente.
Introduje estiramientos para ayudar en trabajar las tensiones musculares y los dolores físicos.
El grupo empezó a crecer. Una vez al mes daba una clase donde poco a poco iba introduciendo más y más prácticas. El mindfulness, el yoga, relajaciones, cuencos tibetanos. Buscaba más puntos de entrada para que la práctica pudiera llegar a más personas.
Mi convicción era y aún lo es que esta práctica puede transformar tu vida para bien. Puede aportar conexión, tranquilidad, claridad y una rutina que te permite navegar las dificultades de la vida cotidiana.
Conocí a mi Shaman en el 2018 y empecé a formarme en el trabajo emocional y el coaching. Vi que la meditación y las prácticas corporales pueden verse apoyadas por un trabajo mental, y cómo se pueden desbloquear las creencias que nos limitan a todos. A través de mi propio trabajo, pude dejar el trabajo, emprender 3 negocios, incrementar mi salario y a la vez reducir las horas de trabajo. En resumen, experimenté los resultados en primera mano.
Vi que es posible realmente vivir la vida de mis sueños, solo tenía que acceder a los recursos y empezar a tomar pequeños pasos hacia esa nueva realidad. Con coraje y perseverancia.
Amplié horarios y añadí a otras dos 2 instructoras maravillosas (Blanca y Raquel). Expandimos a otro centro. Creamos un blog y crecimos en las redes gracias a otras dos mujeres maravillosas (Marta y Alba).
Ahora somos una comunidad de más de 20 alumn@s en Ryumon.
Mi sueño y visión es llegar a 100 personas en los próximos años.
Estoy convencida de que este sistema holístico para el bienestar de cuerpo, mente y espíritu pueda ser experimentado por personas que lo necesitan y que les pueda ayudar a mejorar su calidad de vida.
Quiero seguir ampliando horarios, ofrecer más retiros y talleres sanadores, expandir las clases al inglés, subir videos gratuitos en el canal de Youtube, empezar con formaciones, y mucho más.
Mi sueño es hacer que la comunidad Ryumon (comunidad del dragón) pueda ser un apoyo para muchos más.
¿Y tu? ¿Cual es tu sueño?
Ver mi VIDEO sobre sueño/visión de Ryumon
PS: Para cumplir con esta visión, compré un Daruma para Ryumon. Es un muñeco japonés para establecer una meta (pintándole el ojo izquierdo) y colocándolo en un sitio visible. Una vez cumplido el objetivo, se le pinta el ojo izquierdo.
Autora: Sophie Steffen, instructora y fundadora de Ryumon
Desde cuando practicas la meditación: Desde el 2009