La meditación como poder reconstructivo
A veces pasamos por experiencias que se llevan un trozo de nosotros. Trocito a trocito te das cuenta al mirarte al espejo de que no eres tú, que todos esos pedacitos de tí que hay esparcidos por ahí se los ha llevado el viento. Entonces, te planteas si algún día serás una persona completa, si podrás intentar recoger esos pedazos que se llevaron.
Cuando estaba en ese momento en el que buscaba mis pedazos, la meditación me encontró a mí. El forzarme a respirar, a ser consciente de mi ser y enfrentarme a ese vacío me hicieron darme cuenta de algo esencial: dónde no hay nada, cabe todo. No tenía necesidad de ir a por esos cachitos; ahora tenía la maravillosa oportunidad para construirme de nuevo, de cero. La vida me estaba dando la oportunidad de aprender de mis errores y crecer.
La meditación me ayudó a darme cuenta de que realmente nadie se había llevado nada de mí: yo se lo había dado, por falta de amor propio, por falta de poner límites. Pero también me enseñó que era capaz de todo aquello que me propusiera. Podía levantarme temprano, darme espacio y tiempo para respirar, sentir y ser. Podía hacer posturas con mi cuerpo que creía imposibles. Podía quedarme a solas conmigo misma, algo que evitaba a toda costa por miedo a mis pensamientos, y además disfrutar de ello. Decidí amarme como nunca antes para llenar todo ese vacío con una luz nueva, una luz regeneradora, una luz cálida y maravillosa que no dejaba sitio a la oscuridad.
Elegirse a uno mismo, elegir a gente llena de luz para que te acompañe en el camino y elegir la meditación son decisiones que no te pueden llevar a ningún sitio que no sea un sitio tan poderoso como bonito.
Cuando sientes como queman tus piernas al hacer una postura nueva, cuando sientes el aire entrar y ser consciente del recorrido hasta que sale, cuando estás en silencio y te quedas a solas contigo mismo para poder dejar marchar aquello que no necesitas y recoger energía renovadora, cuando haces todo eso y más sientes como la vida que estalla dentro de tí con fuerza como la primavera después de un largo invierno. Y llega un momento en el que te miras al espejo, sonríes y te das cuenta de que eres un ser completo, siempre lo habías sido, pero ahora te quieres como jamás lo habías hecho.
Autora: Andrea Fernández
Desde cuando practicas la meditación: Desde el 2020